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El partido comenzó en la lluviosa tarde del Tróccoli con mucha marca y pierna fuerte, con dos equipos que no querían descuidar su faceta defensiva y miraban poco el arco rival.

Dos rápidas amarillas, Gabriel De León primero y Lucas Hernández después en Rampla y Cerro respectivamente mostraban lo ríspido de un cotejo que se luchaba mucho más de lo que se jugaba, acompañado por un campo de juego que no era el ideal.

Sobre los 15', Kevin Gissi que fue a buscar un balón al área y golpeó en la cabeza a Jonathan Irrazabal, quedándo los dos sentidos y debiendo ser sustituído el golero albiceleste para el ingreso de Sebastián Britos.

El delantero ingresó, pero un minuto después también dejó su lugar en el campo por Matías Rigoleto, ya que no pudo recuperarse.

El partido era aburrido y mal jugado, siendo los delanteros espectadores solitarios de un partido donde no se pisaban las áreas.

A los 34' llegó la primera acción que incomodó al arquero visitante, cuando Luna proyectó una diagonal desde la derecha que terminó en un remate que contuvo a medias Odriozola y terminó despejando la defensa.

En contrapartida, un tiro libre peligroso ejectuado por Williams Martínez acercó a la visita que trataba de responder ante un conjunto albiceleste que era dueño del balón.

La polémica llegó a los 39' cuando un centro desde la derecha que no pudo retener Odriozola, rebotó en el cuerpo de De ´León, pegó en el palo, recorrió la línea y el propio jugador rojiverde la sacó cuando los hinchas de Cerro gritaban el gol. La pelota nunca traspasó en su totalidad.

Arcos cerrados

El complemento arrancó con la misma tónica del primero pero con la condicionante de que la cancha estaba cada vez en peores condiciones por la lluvia copiosa que no cesó de caer.

Luna, el más inquieto en el local, asistió a Caballero que pusó un centro al área, que Franco ingresando por el centro no pudo desviar, en una acción de real peligro.

De allí en más el partido bajo en su intensidad, ya las llegadas comenzaron a escacear nuevamente y los físicos jugaban su partido aparte, transformando las acciones en monótonas y aburridas.

El pitazo de Ferreyra sentenció una justa igualdad sin goles, en un partido pobre y que no mostró demasiado, solo la fiesta en las tribunas

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