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Poco pero bueno. Esa pareció ser la consigna de Martín Lasarte y de la directiva de Nacional.

En este período de pases, apostó más a conservar al plantel, a que no se le desarmara la columna vertebral, a incorporar refuerzos de renombre. Volvió a elegir el entrenador, y volvió a poner el ojo en jugadores con "sentido de pertenencia".

Así llegó Alexis Rolín, un extricolor que se sumó para suplir la salida (inesperada) de Mauricio Victorino, y así también arribó Rodrigo Aguirre, un delantero que dijo haber elegido él la posibilidad de defender la blusa tricolor, una materia pendiente en su carrera. Pero no fueron los únicos, y más allá del ruido que produjo la posible llegada de Ronaldinho, el hincha quedó loco de la vida cuando el "Tata" González dijo "sí", rescindió unilateralmente su contrato con la Lazio y se jugó al regreso.

Otro jugador con "sentido de pertenencia", un hincha que volverá a dejar la tribuna y a calzarse los cortos para defender los colores que ama dentro del campo de juego.

Con esos tres nombres, Nacional cerró su plantel, un grupo que mantuvo a sus principales figuras y conservó la columna vertebral del Campeón. Conde, Polenta, el "Colo" Romero, "Papelito" Fernández, Hugo Silveira... y en es sentido, el tricolor se reforzó más que cualquiera. No tuvo bajas (salvo la apuntada de Victorino) y eso le dio un respiro al entrenador. La base, está.
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